martes, 17 de mayo de 2011

Actividad física y diabetes tipo II


Resumen
          La información que analiza la relación diabetes tipo II y ejercicio físico es abundante y muy significativa. El ejercicio físico en un amplio abanico de posibilidades está considerado uno de los pilares en el tratamiento de la diabetes tipo II, incluyendo desde hace ya algún tiempo, el entrenamiento de la fuerza (“resistance exercise” en la literatura inglesa). Las últimas conjeturas que enlazan diabetes y ejercicio físico acercan una visión más adaptada y específica para cada persona, enfocándose en niveles múltiples y tomando una perspectiva ecológica, reconociendo el papel del ambiente y las correlaciones entre los múltiples niveles, permitiendo examinar la interacción entre las dimensiones singulares de cada individuo con los componentes múltiples de su entorno, entendiendo a cada individuo como un sistema dinámico influido por el contexto. En base a la literatura revisada, el presente texto pretende aportar una serie de ideas fundamentales en torno a la actividad física y la diabetes tipo II.
          Palabras clave: Diabetes tipo II. Entrenamiento de fuerza. Perspectiva ecológica.



1.     ¿Qué es la diabetes?
    La diabetes es una alteración del funcionamiento normal de nuestro organismo, que se produce fundamentalmente por dos razones: Una porque el páncreas no fabrica insulina (diabetes tipo I- insulino dependientes) y otra, porque, aunque la produzca, no puede hacer bien su efecto (diabetes tipo II- no insulino dependientes). Debido a la falta de insulina, la glucosa no puede entrar en las células, acumulándose progresivamente en la sangre.
2.     Características de la diabetes tipo II
    El ejercicio físico es uno de los puntos básicos en el tratamiento de la diabetes mellitus. La práctica de forma regular de ejercicio físico ayuda a
controlar de manera correcta los niveles de glucosa en sangre. La diabetes tipo II presenta tres características fundamentales. Una de las características de la diabetes tipo II es su asociación con mucha frecuencia, hasta un 80% de los casos, a la obesidad, otra de las características es que suele producirse en personas mayores de 40 años y la otra seria el componente hereditario. Los beneficios en términos de salud que nos podría aportar el ejercicio en la diabetes tipo II vienen como consecuencia de que si el paciente sigue bien la dieta y práctica ejercicio físico de forma regular, puede controlar su diabetes durante años sin necesidad de medicación y por tanto retrasar o no necesitar nunca la inyección de insulina. En conclusión, la evolución natural de la diabetes tipo II es el agotamiento del páncreas y, por tanto, la necesidad de insulina como tratamiento. Que esto ocurra antes o se demore más tiempo depende en gran parte de que el paciente cumpla con el tratamiento lo más fielmente posible. (Madrid J. 2003, Cap. 6 p.143 y Cap. 26 p. 346, 348, 349).
3.     Fisiológicamente: ¿qué ocurre?
    Fisiológicamente podemos decir que el páncreas ha perdido su función total o parcialmente, no logra secretar una cantidad suficiente de insulina, a consecuencia de esto, como hemos dicho anteriormente, no logran entrar dentro de las células cantidades adecuadas de glucosa, causando el aumento del nivel de glucosa en sangre a valores anormalmente altos, a consecuencia de esto, la persona diabética depende fuertemente del metabolismo de las grasas para su energía, con la consecuente producción de cetóacidosis (William D. Mc Ardle, 1990, Cap. 20 p. 357). El estado hiperglucémico lleva al desarrollo de serias complicaciones que ponen en peligro la vida del paciente, ya sea por complicaciones agudas como la cetoacidosis diabética, o bien, por el desarrollo crónico de serias complicaciones micro y macrovasculares que afectan notoriamente la calidad y las expectativas de vida del paciente
4.     El ejercicio físico y la diabetes tipo II
    Kunik (2004) afirma en su estudio que la actividad física realizada por los pacientes diabéticos, les suma beneficios a los producidos por la medicación específica. En el tratamiento de la diabetes del adulto tipo II se utilizan agentes antidiabéticos orales y se tiende a la facilitar un descenso del peso. Si a este tratamiento se le suma la realización de actividad física regular, se obtendrá como resultado la mejoría en los niveles de glucemia y el descenso de la hemoglobina glucosilada. El ejercicio, en estos pacientes, mejora la tolerancia a la glucosa y la respuesta insulínica a la ingestión de glucosa, mejorando también la sensibilidad periférica y hepática a la insulina.
    En una investigación desarrollada por García de Alba et al (2004) en la que se muestra el resultado de una intervención con ejercicio físico en individuos con diabetes tipo II, se obtuvo, tras seis meses de intervención, cambios significativos en los promedios de presión arterial sistólica y glucosa en ayuno.
    En investigaciones (Hawley, 2004) se considera que el ejercicio físico regular ofrece una intervención terapéutica eficaz para mejorar la acción de la insulina en el músculo esquelético en individuos insulino-resistentes. El ejercicio físico reduce perceptiblemente el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina, mejorando la tolerancia de la glucosa y la acción de la insulina en individuos predispuestos a desarrollar diabetes tipo II.
    En un estudio llevado a cabo por Rigla (2001) sobre el efecto del control glucémico y del ejercicio físico sobre marcadores de riesgo cardiovascular en la diabetes mellitus se realiza una revisión sobre los principales estudios sobre el efecto del ejercicio físico en pacientes con diabetes tipo 2 de 1990 a 1999
    El ejercicio físico se ha considerado parte del tratamiento de la diabetes, especialmente de la diabetes tipo 2, siendo el ejercicio aeróbico el más adecuado (American Diabetes Association, 2001). Esta recomendación surgió inicialmente del estudio del efecto del ejercicio agudo en el metabolismo de la glucosa y en el perfil lipídico en sujetos no diabéticos. El ejercicio físico puede mejorar el control glucémico en pacientes con diabetes tipo 2. Este efecto beneficioso viene determinado en gran medida por el aumento de sensibilidad a la insulina. El músculo esquelético es un determinante fundamental de la sensibilidad a la insulina. Se ha comprobado que el entrenamiento mejora la sensibilidad a la insulina en personas no diabéticas (Rogers, 1990; Kalm, 1990), en obesos no diabéticos (DeFronzo, 1987), en pacientes con diabetes tipo 1 (Pedersen, 1980) y tipo 2 (Koivisto, 1986). La mejora de la sensibilidad a la insulina se considera proporcional al incremento de la forma física medida por el VO2 max. Rigla (2001)
    En la década de los 80 se publicaron varios estudios sobre el efecto del ejercicio en la sensibilidad a la insulina y el control glucémico en pacientes con diabetes tipo 2. La mayoría estudiaron grupos pequeños e incluyeron sólo hombres, en general muy seleccionados (Reitman, 1984; Trovati, 1984; Lampman, 1987). Por otro lado, el efecto de la mejora de la sensibilidad a la insulina dejaría de ser apreciable pasados 3-5 días desde la última sesión de ejercicio (Burstein, 1985; King, 1988), y se recuperaría después de una nueva sesión. Por tanto, los cambios producidos en la sensibilidad a la insulina no estarían asociados directamente a cambios en el VO2 max, que en este corto período no se modifica, sino que reflejarían tanto el efecto del entrenamiento como el efecto de la última sesión de ejercicio. En cuanto al control glucémico solo en ciertos subgrupos se observaría realmente una mejora derivada del entrenamiento. Estos incluirían pacientes menores de 55 años, tratados solo con dieta y que parten de un grado aceptable de control (Barnard, 1991; Rönnemaa, 1986). La adición de dieta hipocalórica sería más eficaz en la mejora del control glucémico. En la década de los 90 se publicaron nuevos estudios que pretendían valorar el efecto de la realización de un programa de ejercicio en pacientes con diabetes tipo II (Rigla, 2001)
    Ligtenberg y col. (Ligtenberg, 1997) llevaron a cabo un estudio controlado, randomizado en un grupo de 58 pacientes con diabetes tipo 2, que consistió en 12 semanas de ejercicio supervisado seguidas de 14 semanas de ejercicio en casa no supervisado. Aunque los pacientes mejoraron de forma significativa el VO2max, no hubo diferencias en cuanto a la sensibilidad a la insulina ni al control glucémico. Sin embargo, Mourier y col. (Mourier, 1997) si observaron cambios beneficiosos. Estudiaron un grupo de 24 pacientes con diabetes tipo 2, con una edad media de 45 años que participaron en un programa de ejercicio de 8 semanas de duración. El entrenamiento consistió en dos tipos de ejercicio de diferente intensidad, 45 minutos de ejercicio al 75% de VO2max, dos veces por semana, una sesión semanal de 25 minutos de duración ejercicio que alternaba 5 minutos a una intensidad del 85% de VO2max y 3 minutos al 50%.Observaron una reducción significativa del 48 % en la grasa visceral abdominal, un incremento del área muscular del muslo del 23 % un descenso de la HbA1c ( 8,5 +/-0,6 - 6,2+/-0,2%) y una mejora en la sensibilidad a la insulina. Rigla M. (2001)
    Lehmann y col. (Lehmann R 1995), además de obtener cambios positivos en el perfil lipídico, presión arterial y distribución de la grasa, demostraron que, aunque el control glucémico no mejoró en el grupo que practicó regularmente ejercicio no empeoró como si ocurrió en el grupo control, sugiriendo que el ejercicio protegería frente al deterioro del control glucémico. Rigla M. (2001)
    En comparación al ejercicio aeróbico el ejercicio de pesas o el ejercicio para la mejora de la fuerza muscular (En la literatura inglesa: “resistance exercise”) ha sido mucho menos estudiado, los pocos estudios publicados parecen obtener efectos beneficios en cuanto al control glucémico y al perfil lipídico (Ericsson, 1997; Honkola, 1997).
    En investigaciones recientes sobre la diabetes tipo II y el ejercicio físico llevadas a cabo por Ronald J. Sigal, Glen P. Kenny, David H. Wasserman, & Castaneda-Sceppa, MD. (2004) se considera que durante décadas el ejercicio se ha considerado una piedra angular en el mantenimiento de la diabetes, junto con la dieta y la medicación. Una de las últimas revisiones técnicas pasada por el American Diabetes Association (ADA) sobre la actividad física y la diabetes tipo 2 diabetes fue publicada en 1990. De acuerdo con esto las investigaciones de estos autores, se encaminan hacia las recomendaciones en los tipos, las cantidades, y las intensidades deseados de actividad física aeróbica para personas con diabetes tipo II. La posición de estos investigadores respecto a la frecuencia, la duración, y la intensidad recomendada del ejercicio aeróbico es similar a las recomendaciones del American College of Sports Medicine (ACSM). El documento de ACSM fue escrito antes de la publicación de la mayoría de los estudios que tienen en cuenta el ejercicio físico de mejora de la fuerza muscular como elemento para la mejora en los pacientes con diabetes tipo II. En el estudio se lanzan nuevas recomendaciones de una gama de ejercicios de fuerza basados en dos estudios publicados en el 2002 uno de ellos es el Castaneda C, et al y otro el llevado a cabo por Dunstan, DW et al. Ambos muestran que los resultados eran superiores con este tipo de régimen comparado con otros estudios que evaluaban programas menos-intensos. Con estas investigaciones el entrenamiento de la fuerza (“resistance exercise”) quedaba recomendado a un grupo más amplio de pacientes.
    Concretamente el estudio llevado a cabo por Castaneda C, et al (2002) tuvo la misión de determinar la eficacia del entrenamiento progresivo de la fuerza en el control glucémico en adultos de edad avanzada que padecían diabetes tipo 2. El estudio se realizó durante 16 semanas, seleccionando al azar 62 adultos de edad avanzada con diabetes tipo II (40 mujeres y 22 hombres; ± SE 66 ± 8 años) a los cuáles se les asignada aleatoriamente un entrenamiento progresivo de la resistencia supervisado o un grupo de control. El control glucémico, las anormalidades metabólicas, la composición del cuerpo, y los almacenes del glucógeno del músculo fueron determinados antes y después de la intervención. Los resultados fueron que a las dieciséis semanas con un entrenamiento progresivo, los niveles de glucosa se redujeron, de la hemoglobina del plasma (a partir el 8.7 del ± 0.3 a 7.6 el ± 0.2%), a almacenes crecientes del glucógeno del músculo (a partir glucosa/kg del 60.3 del ± 3.9 a 79.1 del ± 5.0 músculo del mmol), y redujeron la dosis de la medicación prescrita de la diabetes en el 72%. Los individuos del control no mostraron ningún cambio en hemoglobina glucosilada, una reducción en glucógeno del músculo (a partir glucosa/kg del 61.4 del ± 7.7 a 47.2 del ± 6.7 músculo del mmol), y un aumento del 42% en medicaciones de la diabetes.
    El otro estudio anteriormente referido de los autores Dunstan, DW et al (2002) también hace referencia a la eficacia de mejorar el control glucémico en personas diabéticas de edad avanzada con el entrenamiento progresivo de alta intensidad de fuerza, teniendo también en cuenta la pérdida moderada de peso. Las ventajas adicionales de la mejora de la fuerza muscular y de la masa magra del cuerpo identifican el entrenamiento de alta intensidad de fuerza como componente factible y eficaz en el tratamiento de personas diabéticas tipo II de edad avanzada.
    Otro estudio que apunta sobre el entrenamiento de la resistencia en personas con diabetes tipo II y que podría considerarse como uno de los pioneros en tener en cuenta este tipo de entrenamiento es el elaborado por Honkola, T. Forsén, J. Ericsson (1997), citado también el trabajo realizado por Rigla M. (2001). Este estudio crítica la no consideración del entrenamiento de la fuerza en las investigaciones. En este estudio se intentó determinar el efecto de un circuito de entrenamiento de fuerza sobre la presión arterial, los lípidos y el control glucémico en las personas con diabetes tipo II. El estudio consideró 38 sujetos; 18 participaron en un programa de entrenamiento progresivo individualizado de cinco meses (a intensidad moderada, y un alto volumen) dos veces por semana, mientras que los 20 restantes sirvieron como grupo control. El grupo del ejercicio demostró mejoras en el colesterol total (6.0-.3 contra 5.3-.3 milímetros; P; P<0.01), (LDL)-colesterol (3.90-.22 vs 3.35-.21 mM; P<0.01) y triglicéridos (1.91-.25 vs 1.53-.22 mM; P<0.01). También, la diferencia en el cambio en HbA1c entre los grupos (0.5%) alcanzó la significación estadística (P<0.01). El entrenamiento del circuito de fuerza parecía ser factible y apropiado en la diabetes tipo II.
    En esta línea de tomar en consideración el entrenamiento de la fuerza (resistance exercise) encontramos la investigación de Erikson J et al (1997), que demostró que los entrenamientos de la resistencia eran factibles en personas moderadamente obesas y sedentarias.
    Otra de las investigaciones que tienen en cuenta el entrenamiento de fuerza en diabéticos tipo II, es el estudio llevado a cabo por Ibáñez J, Izquierdo M, Argüelles I, Forga L, Carrión J.L, García-Unciti M, Idoate F, Gorostiaga EM. (2005) que valoran el entrenamiento progresivo, realizado dos veces a la semana, sin una dieta de pérdida de peso. Los resultados demostraron que los individuos disminuyeron la grasa abdominal y mejoraron la sensibilidad de la insulina.
    En una investigación (Normand G. et al. 2005) en la que se abordaba el efecto del ejercicio sobre la homeostasis de la glucosa y que tenía como objetivo determinar el efecto de un programa de entrenamiento contra resistencia con cicloergómetro tres días por semana durante 60 sesiones con una intensidad en progresión, durante 20 días, en participantes sanos, sedentarios, 316 mujeres y 280 hombres. Se mejoraron todas las medidas derivadas de una prueba intravenosa de la tolerancia de la glucosa y se obtuvo como conclusión que en ausencia de pérdida substancial de peso, el ejercicio regular es fundamental para mejorar de manera estable la homeostasis de la glucosa.
    Uno de los estudios que abordan las perspectivas y estrategias de la actividad física como tratamiento de la diabetes, más recientes e interesantes es el realizado por Ronald C. (2006) basado en una presentación de la Octava Conferencia y Encuentro Anual de la Asociación Profesional Canadiense de la Diabetes en la ciudad de Quebec (Canadá). En este estudio se constata que la importancia de la actividad física en el tratamiento de la diabetes está empíricamente contrastada y que el entrenamiento de la fuerza (resistance exercise) está emergiendo actualmente como modalidad de ejercicio físico en el tratamiento de la diabetes tipo II. Nos acerca una visión adaptada y específica para cada persona, a lo que podríamos denominar intervención poblacional, basándose en unas prometedoras estrategias, como son entre otras, el asesoramiento telefónico. Las intervenciones, se deben enfocar en última instancia en los niveles múltiples, tomando una perspectiva ecológica. Los modelos ecológicos reconocen el papel del ambiente y las correlaciones entre los múltiples niveles, permitiendo la examinar la interacción entre las dimensiones singulares del individuo (como por ejemplo la dimensión biomédica, aptitudinal, del comportamiento) con los componentes múltiples de su contexto (como por ejemplo el entorno social, de organización, comunidad, el orden público y los ambientes físicos).
    Hemos de considerar las correlaciones entre el individuo y su ambiente, así como interacciones entre los varios niveles ecológicos. Por lo tanto, el modelo que se intenta proporcionar es un mecanismo a través de el cual se pueda examinar la interacción de las dimensiones singulares del individuo con los componentes múltiples de su contexto de la vida.
    La Universidad Americana de Medicina del Deportes y la Asociación Americana de Diabetes puso al día recientemente sus recomendaciones sobre la actividad física al incluir el entrenamiento de la fuerza. Gracias al entrenamiento progresivo de fuerza, en un cierto plazo, la resistencia contra el músculo aumenta gradualmente, conduciéndonos a los aumentos en la masa del músculo. Es este aumento, independiente de la pérdida grasa, el que mejora la disposición de la glucosa, los receptores GLUT4 en el músculo esquelético, la sensibilidad y tolerancia de la glucosa y la insulina. (Castaneda C, Layne JE, Munoz-Orians L, et al, 2002).
    Una instancia importante del entrenamiento de fuerza como forma de tratamiento de la diabetes es su aplicabilidad para las personas con ciertas limitaciones, de movilidad, exceso de peso, formas reacias al entrenamiento aeróbico, dolencias del pie, angina o aquellas que tienen un pobre equilibrio. Las pesas y otras formas de entrenamiento de la fuerza pueden proveer de un estímulo fisiológico seguro y con pocas complicaciones. Por otra parte, el entrenamiento de la fuerza para algunos individuos puede demostrar ser menos desalentador que una caminata de 30 minutos. Ciertas personas asocian a menudo el ejercicio aeróbico a algo doloroso y fatigante. Otras de las razones de una apuesta por el entrenamiento de la fuerza es la “regeneración inmediata”, este concepto hace alusión al hecho, por ejemplo de que el peso que se puede levantar, mejora desde el entrenamiento pasado, de esta forma la actividad física puede ser más gratificante, y por lo tanto aportar mayor motivación, que otras formas de actividad.
    Hays LM y Clark DO (1999) encontraron en un estudio con adultos diabéticos tipo II que la mayoría no practicaba ejercicio físico. Además observaron que cuanta menos edad, más joven, más educación, menos barreras de motivación y mayores expectativas tenían.
    Plotnikoff RC, et al. (2004) Intentaron determinar en un estudio el comportamiento en lo que se refiere a la actividad física en adultos con diabetes tipo II, querían conocer cuáles eran las actividades que realizaban y de las que no realizaban, cuales eran las barreras o impedimentos, descubriendo que, en una muestra de 1193 individuos, sólo el 12% eran entrenamientos de pesas o actividades de aumento en la fuerza muscular.
    Ronald C. (2006) considera el entrenamiento de la fuerza (resistance exercise) en los individuos con diabetes tipo II como una recomendación nueva a la misma vez que prometedora y comenta en su estudio que no hay información hasta la fecha sobre los determinantes del entrenamiento de la fuerza en individuos con diabetes tipo II, y que el primer paso será diseñar una intervención o unas pautas de acción válidas y específicas para este modo de actividad física en relación con el tratamiento de la diabetes tipo II.
5.     Ideas fundamentales sobre la diabetes tipo II y ejercicio físico
    “La actividad física realizada por los pacientes diabéticos, les suma beneficios a los producidos por la medicación específica”
  1. La diabetes se produce por dos razones: Una porque el páncreas no fabrica insulina (diabetes tipo I- insulino dependientes) y otra, porque, aunque la produzca, no puede hacer bien su efecto (diabetes tipo II- no insulino dependientes). Debido a la falta de insulina, la glucosa no puede entrar en las células, acumulándose progresivamente en la sangre.
    • Madrid, J. (2003). Libro práctico de la diabetes: Todo lo que necesitas saber para mejorar tu calidad de vida. (4ª ed.) Madrid: Espasa Calpe.
    • William D. Mc Ardle, Frank I. Katch and Victor L. Datch (1986). Exercise Physiology, Energy, Nutrition and Human Performance. Philadelphia, Pennsylvania: Lea & Febiger. (Traducción al español en Madrid, Alianza Editorial, 1990).
  2. La evolución natural de la diabetes tipo II es el agotamiento del páncreas y, por tanto, la necesidad de insulina como tratamiento. Que esto ocurra antes o se demore más tiempo depende en gran parte de que el paciente cumpla con el tratamiento lo más fielmente posible.
    • Madrid, J. (2003). Libro práctico de la diabetes: Todo lo que necesitas saber para mejorar tu calidad de vida. (4ª ed.). Madrid: Espasa Calpe.
    • William D. Mc Ardle, Frank I. Katch and Victor L. Datch (1986). Exercise Physiology, Energy, Nutrition and Human Performance. Philadelphia, Pennsylvania: Lea & Febiger. (Traducción al español en Madrid, Alianza Editorial, 1990).
  3. Una de las características de la diabetes tipo II es su asociación con mucha frecuencia, hasta un 80% de los casos, a la obesidad, otra de las características es que suele producirse en personas mayores de 40 años y la otra seria el componente hereditario
    • Madrid, J. (2003). Libro práctico de la diabetes: Todo lo que necesitas saber para mejorar tu calidad de vida. (4ª ed.). Madrid: Espasa Calpe.
  4. La actividad física en el tratamiento de la diabetes está empíricamente contrastada, considerándose como una piedra angular, junto con la dieta y la medicación
    • Ronald J. Sigal, Glen P. Kenny, David H. Wasserman, and Carmen Castaneda-Sceppa, MD. (2004). Physical Activity/Exercise and Type 2 Diabetes. Diabetes Care 27:2518-2539.
    • Kunik H. (2004). Actividad Física y Diabetes. Atención Primaria de la Salud Nº 9: Páginas 12 y 13. Boletín PROAPS-REMEDIAR.
    • Ronald C. Plotnikoff (2006). Physical Activity in the Management of Diabetes: Population-based Perspectives and Strategies. Canadian Journal of Diabetes: 30(1):52-62.
  5. La realización de actividad física regular mejora el control glucémico en pacientes con diabetes tipo 2 y un descenso de la hemoglobina glicosilada.
    • Kunik H. (2004). Actividad Física y Diabetes. Atención Primaria de la Salud Nº 9: Páginas 12 y 13. Boletín PROAPS-REMEDIAR.
    • Rigla M. (2001). Efecto del control glucémico y del ejercicio físico sobre marcadores de riesgo cardiovascular en la diabetes mellitus. Facultad de Medicina. Universitat Autònoma de Barcelona
  6. El efecto beneficioso del ejercicio viene determinado en gran medida por el aumento de sensibilidad a la insulina.
    • Kunik H. (2004). Actividad Física y Diabetes. Atención Primaria de la Salud Nº 9: Páginas 12 y 13. Boletín PROAPS-REMEDIAR.
    • Hawley J.A. (2004) Exercise as a therapeutic intervention for the prevention and treatment of insulin resistance. Diabetes/Metabolism Research and Reviews: Volume 20, Issue 5, Pages 383 – 393.
    • Rigla M. (2001). Efecto del control glucémico y del ejercicio físico sobre marcadores de riesgo cardiovascular en la diabetes mellitus. Facultad de Medicina. Universitat Autònoma de Barcelona
    • Castaneda C, Layne JE, Munoz-Orians L, Gordon PL, Walsmith J, Foldvari M, Roubenoff R, Tucker KL, Nelson ME (2002). A Randomized Controlled Trial of Resistance Exercise Training to Improve Glycemic Control in Older Adults with Type 2 Diabetes. Diabetes Care 25:2335-2341.
  7. El ejercicio físico consigue cambios significativos en la glucosa de ayuno y en la presión arterial sistólica.
    • García de Alba GJE, Salcedo RAL, Covarrubias GV, Colunga RC, Milke NME (2004). Diabetes mellitus tipo 2 y ejercicio físico: Resultados de una intervención. Rev Med IMSS: 42 (5): 395-404
    • Rigla M. (2001). Efecto del control glucémico y del ejercicio físico sobre marcadores de riesgo cardiovascular en la diabetes mellitus. Facultad de Medicina. Universitat Autònoma de Barcelona
  8. La adición de dieta hipocalórica sería más eficaz en la mejora del control glucémico
    • Rigla M. (2001). Efecto del control glucémico y del ejercicio físico sobre marcadores de riesgo cardiovascular en la diabetes mellitus. Facultad de Medicina. Universitat Autònoma de Barcelona
  9. En adultos, cuanta menos edad, más joven, más educación, menos barreras de motivación y mayores expectativas tenían en el tratamiento de la diabetes tipo II.
    • Hays LM, Clark DO (1999). Correlates of physical activity in a sample of older adults with type 2 diabetes. Diabetes Care: Vol 22, Issue 5 706-712.
  10. La frecuencia, la duración, y la intensidad recomendada del ejercicio ha ido variando, como muestran las revisiones de la American Diabetes Association (ADA) y el American College of Sports Medicine (ACSM). De un régimen de ejercicios menos intensos y más reducidos a una gama más amplia y ejercicios más intensos.
    • Ronald J. Sigal, Glen P. Kenny, David H. Wasserman, and Carmen Castaneda-Sceppa, MD. (2004). Physical Activity/Exercise and Type 2 Diabetes. Diabetes Care 27:2518-2539.
    • Ronald C. Plotnikoff (2006). Physical Activity in the Management of Diabetes: Population-based Perspectives and Strategies. Canadian Journal of Diabetes: 30(1):52-62.
  11. El entrenamiento de la resistencia está emergiendo actualmente como modalidad de ejercicio físico en el tratamiento de la diabetes. Un entrenamiento progresivo de la resistencia reduce los niveles de glucosa, de la hemoglobina del plasma a almacenes crecientes del glucógeno del músculo y se reduce la dosis de la medicación prescrita.
    • Ronald J. Sigal, Glen P. Kenny, David H. Wasserman, and Carmen Castaneda-Sceppa, MD. (2004). Physical Activity/Exercise and Type 2 Diabetes. Diabetes Care 27:2518-2539.
    • Castaneda C, Layne JE, Munoz-Orians L, Gordon PL, Walsmith J, Foldvari M, Roubenoff R, Tucker KL, Nelson ME (2002). A Randomized Controlled Trial of Resistance Exercise Training to Improve Glycemic Control in Older Adults with Type 2 Diabetes. Diabetes Care 25:2335-2341.
    • Dunstan D.W., Daly R.M., Owen N., Jolley D., Courten, M., Shaw J., Zimmet P. (2002). High-Intensity Resistance Training Improves Glycemic Control in Older Patients With Type 2 Diabetes. Diabetes Care 25:1729-1736.
    • Honkola A, Forsén T., Eriksson J. (1997) Resistance training improves the metabolic profile in individuals with type 2 diabetes. Acta diabetologica: Volume 34, Number 245 – 248.
    • Ibáñez J, Izquierdo M, Argüelles I, Forga L, Carrión J.L, García-Unciti M, Idoate F, Gorostiaga EM. (2005). Twice-Weekly Progressive Resistance Training Decreases Abdominal Fat and Improves Insulin Sensitivity in Older Men with Type 2 Diabetes. Diabetes Care 28:662-667.
    • Normand G. Boulé, S. John Weisnagel, Timo A. Lakka, MD, Angelo Tremblay, Richard N. Bergman, Tuomo Rankinen, Arthur S. Leon, James S. Skinner, Jack H. Wilmore, D.C. Rao and Claude Bouchard (2005). Effects of Exercise Training on Glucose Homeostasis: The Heritage Family Study. Diabetes Care 28:108-114.
    • Ronald C. Plotnikoff (2006). Physical Activity in the Management of Diabetes: Population-based Perspectives and Strategies. Canadian Journal of Diabetes: 30(1):52-62.
    • Castaneda C, Layne JE, Munoz-Orians L, Gordon PL, Walsmith J, Foldvari M, Roubenoff R, Tucker KL, Nelson ME (2002). A Randomized Controlled Trial of Resistance Exercise Training to Improve Glycemic Control in Older Adults with Type 2 Diabetes. Diabetes Care 25:2335-2341.
  12. Una instancia importante del entrenamiento de la resistencia como forma de tratamiento de la diabetes es su aplicabilidad para las personas con ciertas limitaciones (dolencias del pie, angina, etc.). Otras de las razones de una apuesta por el entrenamiento de la resistencia es que puede ser más gratificante, y por lo tanto aportar mayor motivación, que otras formas de actividad. Ciertas personas asocian a menudo el ejercicio aeróbico a algo doloroso y fatigante.
    • Castaneda C, Layne JE, Munoz-Orians L, Gordon PL, Walsmith J, Foldvari M, Roubenoff R, Tucker KL, Nelson ME (2002. A Randomized Controlled Trial of Resistance Exercise Training to Improve Glycemic Control in Older Adults with Type 2 Diabetes. Diabetes Care 25:2335-2341.
  13. Las últimas conjeturas que enlazan diabetes y ejercicio físico nos acerca una visión adaptada y específica para cada persona, a lo que podríamos denominar intervención poblacional, basándose en unas prometedoras estrategias, como son entre otras, el asesoramiento telefónico. Enfocándose en niveles múltiples, tomando una perspectiva ecológica, reconociendo el papel del ambiente y las correlaciones entre los múltiples niveles, permitiendo la examinar la interacción entre las dimensiones singulares del individuo (como por ejemplo la dimensión biomédica, aptitudinal, del comportamiento) con los componentes múltiples de su contexto (como por ejemplo el entorno social, de organización, comunidad, el orden público y los ambientes físicos).
    • Ronald C. Plotnikoff (2006). Physical Activity in the Management of Diabetes: Population-based Perspectives and Strategies. Canadian Journal of Diabetes: 30(1):52-62.

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